IMPERIALISMO.
Es la doctrina política que
justifica la dominación de un pueblo o Estado sobre otros; habitualmente mediante distintos tipos de colonización (de poblamiento, de explotación económica,
de presencia militar estratégica) o por la subordinación cultural (aculturación). Los términos "imperialismo" y
colonialismo, muy relacionados, no son estrictamente sinónimos. Los Imperios han existido a lo largo de toda la
historia, desde su mismo comienzo en la Edad
Antigua, pero el uso del término
"imperialismo" suele limitarse a la calificación de la expansión europea que se inicia con la era de los descubrimientos (siglo XV) y se prolonga durante toda
la Edad Moderna y Edad Contemporánea hasta el proceso de descolonización tras la Segunda Guerra Mundial. Más específicamente, la expresión Era
del Imperialismo, utilizada por la historiografía, denomina al periodo que va de 1871 a 1919, en
que se produjo una verdadera carrera para construir imperios coloniales, principalmente con el llamado reparto de África. A ese periodo se refieren dos de los textos más importantes que
fijaron el concepto: Imperialismo, a study, de Hobson, y El imperialismo, fase superior
del capitalismo, de Lenin.
La perspectiva marxista entiende el imperialismo no esencialmente como
una forma de dominación política, sino como un mecanismo de división
internacional del capital y el trabajo, por el que la propiedad del capital, la
gestión, el trabajo de mayor cualificación y la mayor parte del consumo se
concentran en los países "centrales"; mientras que en los países
"periféricos", que aportan el trabajo de menor cualificación y los
recursos naturales, sufren un intercambio desigual que conduce a la explotación
y el empobrecimiento. En politología también se emplea la nomenclatura
"norte-sur" para esta forma de relación.
LAS EXPLORACIONES
GEOGRÁFICA ABREN EL CAMINO A LA EXPANSIÓN COLONIAL.
En el contexto del gran
desarrollo económico, científico y tecnológico que experimentó Europa
especialmente durante la segunda mitad del siglo XIX, se generó un considerable
interés por impulsar exploraciones geográficas que permitieran conocer aquellas
partes del planeta que permanecían ignoradas para el europeo. Fue así como se
organizaron innumerables sociedades científica que impulsaron una serie de
viajes exploratorios. Las regiones más visitadas correspondieron a Asia y,
especialmente, al África, de la cual se conocían principalmente sus fajas
costeras.
Entre los exploradores
más importantes se puede mencionar a Park y Clipperton que
recorrieron el Nigeria Speke y Burato que remontaron el
Nilo hasta sus fuentes; Stanley y Linvington, quienes se internaron por los ríos Zambeze y por el Congo; Barth,
Rohirs y Nachtigal, que cruzaron el desierto del Sanara eta. De
tal manera, Africa iba siendo conocida cada vez más.
También revistieron
mucho interés las exploraciones realizadas por el polo. En 1909 Peary logró
llegar al polo norte y tres años más tarde Amundsen hacía lo propio en el polo
sur.
La
gran importancia de las exploraciones geográficas citadas, así como también de
otras de menor repercusión, radicó en el hecho de que los exploradores
prepararon el camino a las empresas comerciales, a los Estados y a los
ejércitos de los países europeos en proceso de expansión, los que así veían
facilitada su labor de incorporar dichos territorios como áreas de dominación
colonial.
ORIGEN Y DESARROLLO.
El
origen del imperialismo se remonta a la antigüedad y ha adoptado
distintos modelos a
lo largo de la historia, siendo algunos de ellos más frecuentes que otros
dentro de un periodo histórico concreto. En el mundo antiguo la práctica del
imperialismo daba como resultado una serie de grandes imperios que surgían
cuando un pueblo, que generalmente representaba a una determinada civilización
y religión,
intentaba dominar a todos los demás creando un sistema de control unificado. El
imperio de Alejandro Magno y el Imperio romano son destacados ejemplos de esta
modalidad.
Por
el contrario, el imperialismo europeo de comienzos de la era moderna
(1400-1750) se caracterizaba por ser una expansión colonial en territorios de
ultramar. No se trataba de un país que intentaba unificar el mundo sino de
muchas naciones que competían por establecer su control sobre el sur y sureste
de Asia y
el continente americano. Los sistemas imperialistas se estructuraron de acuerdo
con la doctrina del mercantilismo:
cada metrópoli procuraba controlar el comercio de sus colonias para monopolizar
los beneficios obtenidos.
A
mediados del siglo XIX apareció otra variante, el imperialismo del librecambio.
Esta modalidad perduró en este periodo pese a que el mercantilismo y la
creación de imperios oficiales estaban disminuyendo de forma significativa. El
poder y la influencia de Europa, y sobre todo de Gran Bretaña, se habían
extendido de manera oficiosa, esto es, haciendo uso de vías diplomáticas y
medios económicos, en lugar de seguir canales oficiales como la creación de
colonias. Sin embargo, el imperialismo basado en el librecambio desapareció
pronto: hacia finales del siglo XIX las potencias europeas habían vuelto a
practicar el imperialismo consistente en la anexión territorial, expandiéndose
en África,
Asia y el Pacífico.
Desde
que terminó la II Guerra Mundial y la mayoría de los imperios reconocidos
se disolvieron, ha prevalecido lo que podríamos calificar como el moderno
imperialismo económico, donde el dominio no
se manifiesta de manera oficial. Por ejemplo, Estados Unidos ejerce
un considerable control sobre determinadas naciones del Tercer Mundo debido a
su poder económico y su influencia en algunas organizaciones financieras
internacionales, tales como el Banco Mundial y
el Fondo Monetario Internacional (FMI). Del mismo modo,
las potencias europeas han seguido interviniendo de forma significativa en la
vida política y económica de sus antiguas colonias, por lo que han sido
acusadas de practicar el neocolonialismo, que consiste en ejercer la soberanía
de una nación sin
que exista un gobierno colonial oficial.
JUSTIFICACIONES DEL IMPERIALISMO.
Las razones por las cuales los estados han aspirado a
crear imperios a lo largo de la historia son de diversa índole, y podrían
clasificarse, en términos generales, dentro de tres grupos: económicas, políticas e ideológicas. Asimismo, pueden distinguirse diversas
teorías en razón del elemento al que se dé más relevancia.
LOS MÓVILES ECONÓMICOS
Los intereses económicos son los más habituales cuando se
trata de explicar este fenómeno. Los defensores de esta concepción sostienen
que las naciones se ven impelidas a dominar a otras para expandir su economía,
adquirir materias primas y mano de obra, o para dar salida a los excedentes del
capital y producción. La teoría más notable que vincula el imperialismo con el
capitalismo es la de Karl Marx. Lenin, por
ejemplo, consideraba que la expansión europea del siglo XIX era la consecuencia
inevitable de la necesidad de las economías capitalistas europeas de exportar
su excedente de capital. Del mismo modo, los marxistas contemporáneos explican
la expansión de Estados Unidos en el Tercer Mundo basándose en imperativos
económicos.
LOS MÓVILES POLÍTICOS
Otros autores hacen hincapié en los condicionantes
políticos y alegan que la razón principal por la que los estados tienden a
expandirse es el deseo de poder, prestigio, seguridad y ventajas diplomáticas
con respecto a otros estados. Según esta corriente, el objetivo del imperialismo francés del siglo XIX era recuperar el
prestigio internacional de Francia después de la humillación que supuso la derrota en la
Guerra Franco-prusiana. En este mismo sentido, la expansión de la Unión de
Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) en la Europa del Este a partir de 1945
puede explicarse como una medida de seguridad: la necesidad de protegerse ante
otra posible invasión desde la frontera occidental.
LOS MÓVILES IDEOLÓGICOS
La tercera explicación se centra en los móviles
ideológicos o morales. De acuerdo con esta perspectiva, algunos países se ven
impulsados a extender su influencia para difundir sus valores políticos,
culturales o religiosos. Uno de los factores que propiciaron la constitución del Imperio Británico fue la idea de que era
responsabilidad del ‘hombre blanco’ civilizar a los pueblos ‘atrasados’. La expansión
alemana que tuvo lugar durante el gobierno de Adolf Hitler se basaba en gran medida en la creencia en la
superioridad inherente a la cultura alemana. El deseo de Estados Unidos de "proteger al
mundo libre" y el interés de la antigua Unión Soviética por
"liberar" a los pueblos de la Europa del Este y del Tercer Mundo son
también un ejemplo de este tipo de imperialismo.
EL IMPERIALISMO COMO RESPUESTA A
CONDICIONANTES EXTERNOS
Por último, otras teorías explican el imperialismo
basándose en las circunstancias políticas de las naciones más débiles, en lugar
de enfatizar los móviles de las naciones poderosas. La interpretación que ofrecen señala que es posible que las potencias más
fuertes no tengan intención de expandirse, pero que se ven obligadas a hacerlo
debido a la inestabilidad de otras naciones; los compromisos con los imperios
del pasado son la causa de nuevas acciones imperialistas. La conquista de la India emprendida por Gran Bretaña y la colonización rusa de
Asia central en el siglo XIX son ejemplos clásicos de este tipo de
imperialismo.
LAS CONSECUENCIAS DEL IMPERIALISMO.
Los efectos del imperialismo suelen girar en torno a los aspectos económicos, dado que esta perspectiva es
la que prevalece en los debates sobre sus posibles móviles. La polémica surge
entre aquéllos que creen que el imperialismo implica explotación y es la causa
del subdesarrollo y el estancamiento económico de las naciones pobres, y
los que alegan que, pese a las ventajas que proporcionó esta situación a las
naciones ricas, también las naciones pobres se beneficiaron, al menos a largo
plazo. Es difícil decantarse por una u otra concepción por dos motivos: de un
lado, no se ha llegado a un consenso sobre el sentido del término explotación;
y de otro, no es fácil separar las causas internas de la pobreza de una nación de las que son de índole internacional. Lo que resulta evidente
es que el efecto del imperialismo ha sido desigual: unas naciones han obtenido
mayores ventajas económicas que otras de su contacto con potencias más ricas.
India, Brasil y otros países en vías de desarrollo incluso han
comenzado a competir económicamente con sus antiguas metrópolis. Por ello,
sería aconsejable examinar la repercusión económica del imperialismo atendiendo
a cada caso en particular.
Las consecuencias políticas y psicológicas del
imperialismo son igualmente difíciles de determinar. Este fenómeno ha
demostrado ser destructivo y creativo a la vez: ha destruido instituciones tradicionales y formas de pensar, y las ha sustituido por
las costumbres y mentalidad del mundo occidental, ya se considere esto un
beneficio o un perjuicio.
LOS GRANDES IMPERIOS COLONIALES.
Como producto de la
expansión colonial imperialista de los países europeos, se formaron una serie
de imperios, algunos de los cuales, como el británico, venían constituyéndose
gradualmente desde un par de siglos atrás. De entre los más importantes podemos
destacar los siguientes:
EL IMPERIO BRITÁNICO.
. Fue éste el más grande de todos los existentes. Estaba
compuesto de posesiones ubicadas en los más diversos puntos del planeta. En el
Asia contemplaba a la India, Afganistán y Birmania, a las que hay que agregar
Malaca y Singapur. Además, los ingleses poseían una serie de privilegios en
algunos puertos chinos, como eran los casos de Cantón, Hon-Kong y Shanghái, entre
otros, con los cuales realizaba un activo comercio.
En
el Mediterráneo el Imperio Inglés contaba con una serie de posesiones
cuya finalidad principal era servir como enlace con sus dominios asiáticos,
especialmente con la India. Para tales fines se procedió a construir el canal
de Suez, inaugurado en 1869. Los puntos de apoyo con que los británicos
contaban en el mediterráneo era el peñón de Gibraltar y la isla de Malta principalmente.
Desde esta última, a través del canal de Suez, era posible la comunicación con Edén,
en la península arábiga y desde allí con la India.
Con el objeto
de controlar el canal de Suez, los británicos se lanzaron a la conquista de Egipto,
desplazando la influencia francesa que allí era considerable. También se
apoderaron del Sudan, ubicado inmediatamente al sur. En la parte austral del
continente africano llegaron a controlar el Cabo y luego Rhodesia con la
intención de enlazar estas posesiones con sus dominios en el norte del
continente a través de un corredor en dirección norte-sur, cosa que no lograron
debido a que se lo impidieron otras potencias imperialistas. Otras posesiones
inglesas en África fueron Nigeria, Somalía, Kenia y Uganda.
En Oceanía el
Imperio Británico poseía Nueva Zelanda , y una serie de archipiélago. En
Norteamérica controlaba el Canadá; en el Caribe, Jamaica. En Sudamérica, la
Guayana Inglesa y las Islas Malvinas. De tal modo, el Imperio Inglés tenía el
carácter universal.
EL
IMPERIO FRANCÉS: Por su extensión e importancia constituyó en el
segundo imperio, después del inglés. Sus posesiones se extendían también por
diversos continentes.
En África las
colonias francesas en gran medida se situaban en las costas mediterráneas, como
era el caso de Argelia, Túnez y Marruecos. Igualmente importantes eran las
posesiones ubicadas en la parte occidental y central del continente, que
incluían a Senegal, Costa de Marfil, Benín y Chad. A ello hay que agregar la
isla de Madagascar.
A partir de
Napoleón III Francia comenzó a conquistar territorios en el sudeste asiático. Con
el dominio de Annam, Tomkin y Laos se constituyó la llamada Unión Indochina .
En Oceanía,
Francia estableció su dominio sobre una serie de islas , entre las que destaca
la de Nueva Caledonia .
En
Norteamérica se mantuvo la posesión de ciertas islas en la costa oriental del Canadá.
A ellas deben agregarse algunas colonias menores en el Caribe y en Sudamérica,
tales como Haití y la Guyana Francesa.
EL IMPERIO RUSO:
A diferencia de los dos anteriores, el Imperialismo Ruso se caracterizó por el
hecho de que se extendió en territorio asiático, abarcando principalmente todas
aquellas regiones ubicadas al este de los Urales. En tal dirección, se llegó a
dominar hasta el Pacífico. Luego, tal dominio se extendió hasta el Turquestán
Occidental y Pamir.
Una de las
constantes de la política de los Zares era conseguir influencia en los Balcanes
y obtener una salida hacia el mediterráneo. Sin embargo, ello no fue conseguido
debido a que aquella región era también una zona de interés para Austria y
otras potencias.
EL IMPERIO BELGA: Abarcó
esencialmente la cuenca del Congo, ubicada en el centro de África. El
status de esta colonia fue la de Estado Libre bajo la soberanía de la persona
del rey belga, pero esto no era más que una ficción jurídica puesto que el
Congo era objeto de una intensa explotación económica. Antes de su muerte, el
Rey Leopoldo II traspasó la propiedad del Congo a manos del pueblo belga.
ALEMANIA E ITALIA: Imperios
tardíos. Estas dos naciones entraron con demora en el proceso de expansión
colonial debido a que tuvieron que emplear sus esfuerzos en completar su
unificación nacional, la cual, como se ha visto atrás, culminó solo en 1870. Solo
entonces estuvieron en condiciones de empezar su expansión territorial. Sin embargo,
cuando esto ocurrió, la mayor parte de los territorios extra
continentales ya habían sido controlados por los imperios más poderosos. Esto
obligó tanto a Alemania como Italia, a efectuar una política exterior agresiva,
ya que no podían declararse satisfechas con el status internacional. Alemania
consiguió ocupar territorios en África como Eritrea y parte de la
costa de Somalia, después, en 1911, logra arrebatar a los turcos Trípoli y Cirenaica.
Italia obtuvo algunos sectores del norte de África.
PORTUGAL Y
ESPAÑA: Ambos países constituyeron potencias coloniales decadentes. Las
posesiones que lograron retener no eran el producto de la expansión de sus
economías, sino los restos de sus antiguos imperios coloniales.
Portugal,
pese a todo, consiguió mantener sus dominios sobre Angola y Mozambique,
mientras que España perdía los últimos restos de su imperio americano, Cuba y
Puerto Rico, los que pasaron a manos de los EE.UU., al igual que Guam y las
Filipinas, después de la guerra hispanoamericana de 1898. En África,
España mantuventerísimas posiciones, entre ellas el Sahara Español.
ESTADOS
UNIDOS: Sobre todo durante la segunda mitad del siglo XIX, los EE. UU.
Experimentaron un gran crecimiento económico y un enorme desarrollo de sus
industrias. Esto generó la base para su ulterior expansión, la que en primer
término se hizo dentro del propio continente en dirección al oeste, llegando
hasta el Pacifico. Luego, en el norte, el gobierno norteamericano compró al zar
de Rusia el territorio de Alas ka (1867). A fines del siglo los
EE.UU., imponían su influencia en el Caribe y Centro América.
Cuba, luego
de la guerra hispanoamericana, quedo convertida en una virtual colonia
estadounidense, lo mismo que Puerto Rico y Filipinas. Luego advino la anexión
de las islas de Hawai y la del Canal de
Panamá. La
vida emica y, en cierto modo política de Centroamérica, quedó de intervenida
por los intereses económicos estadounidenses cono.
JAPÓN.: Se
verificó durante los últimos años del siglo XIX luego que el país experimentara
un rápido proceso de industrialización. La esfera de expansión del Japón fue el
Asia oriental. Después de una guerra con China, los japoneses lograron
controlar la isla de Formosa (1895). En 1905, después de vencer a Rusia, Japón pudo
establecer su protectorado sobre Corea, dominar Puerto Arturo y la parte sur de
la isla de Sajalín.
LOS TIPOS DE COLONIAS.
Dentro de los
imperios coloniales, no todas las posesiones tenían el mismo valor ni tampoco
cumplían las mismas funciones. Desde el punto de vista es posible distinguir
tipos de colonias. A lo menos se pueden señalar los siguientes tipos:
Colonias de
posesión: que eran aquellas que servían como puntos de apoyo, ya fuese en
el aspecto militar o de las comunicaciones, colaborando a los fines de la
cohesión y la seguridad del respectivo imperio. Ejemplo típico de ello era la
isla de Malta y Edén dentro del imperio británico.
Colonias de
Explotación: que eran aquellas cuya finalidad consistía en proporcionar
distintos tipos de recursos, principalmente materias primas, a la metrópoli
respectiva. Aquí solían instalarse las grandes empresas y explotar los recursos
económicos existentes, utilizando para ello la mano de obra indígena.
Colonias de
poblamiento: cuyo rasgo típico consistía en que en ellas se establecía una
importante cantidad de personas proveniente de la metrópoli como habitante permanente.
Tales eran los casos de Canadá y Australia, por ejemplo.
LA IDEOLOGÍA DEL COLONIALISMO.
El desarrollo
del colonialismo y del imperialismo trajo consigo una serie de manifestaciones
ideológicas típicas. Ellas constituyeron una forma de justificación y, a la
vez, una defensa de la actividad colonia lista e imperialista.
Entre los
rasgos más importantes de tales expresiones ideológicas sobresalen los
siguientes:
·
Un
acentuado nacionalismo, que tendía a colocar a la propia nación por sobre las
demás, exagerando sus virtudes y proclamando la posesión de cierta misión
universal.
·
Una
creencia sobre la superioridad del hombre frente a las poblaciones de color, la
ideología colonia lista proclamaba la misión civilizadora
que supuesta mente le correspondía desempeñar al europeo, misión que
presuntamente debía realizarse a través de la constitución de los imperios
coloniales.
·
Un
espíritu misionero y evangelizador.
Por cierto
que todas estas concepciones eran una especie de vehículo de intereses
económicos y políticos muy materiales.
La
expansión colonia lista e imperialista trajo consigo una serie de
conflictos entre los diversos países europeos. Ellos fueron particularmente
graves en lo que se refiere al reparto de África. Con el propósito de
establecer criterios comunes sobre estas materias a fin de evitar los choques y
las tensiones internacionales que de ellas se derivaban, el canciller alemán
Otto Von Bismarck convocó en Birlen a una conferencia en la cual se
establecerían los principios básicos de ocupación del continente negro. En el fondo,
se trataba de fijar las reglas esenciales de su repartición.
La
Conferencia estableció los siguientes acuerdos sobre los temas en discusión:
Para reclamar la
posesión de un determinado territorio, sería necesario que la potencia
reclamante lo ocupara efectivamente; los títulos teóricos ni los derechos
históricos serían válidos al margen de la ocupación efectiva.
CAUSAS
ECONÓMICAS.
La
crisis 1873 provocó el descenso de los precios, y con
ello el proteccionismo, es decir, la protección de los productos propios de
cada país prohibiendo la entrada de artículos extranjeros o gravándolos con
impuestos. Esto dio lugar a la necesidad de encontrar nuevos mercados que no
estuvieran controlados por dicho sistema. Por otra parte, potencias
capitalistas europeas como Inglaterra, Países Bajos y Francia necesitan dar salida a su
excedente de capital y lo hacen invirtiéndolo en países de otros continentes
estableciendo préstamos, implantando ferrocarriles, instalando puertos, etc.
Además estos países necesitan buscar materias primas para sus industrias ya
que, empiezan a agotarse o a escasear en Europa. La Segunda Revolución
Industrial, por otra parte, necesita de nuevas materias primas de las que
Europa no dispone o escasean, como plata, petróleo, caucho, oro, cobre, etc.
las causas económicas fueron el fruto de la expansión del capital industrial y
se vieron obligados a buscar territorios nuevos donde pudieran invertir el
exceso de capitales acumulados, estos capitales encontraron una productiva
salida en forma de créditos otorgados a la minoría de los indígenas.
DEMOGRÁFICAS.
En Europa,
entre 1850 y 1914, se produjo un gran aumento demográfico, llegando incluso a duplicarse
su población, por lo que en algunos países empezaban a escasear los recursos.
Gran parte de la población, unos 40 millones de europeos, no tenía otra salida
que marcharse a las colonias de su respectivo país ya que no contaban con
trabajo, ni con alimentos suficientes para abastecerse todos y cambiaron su
residencia en busca de riquezas y mejores condiciones de vida.
DARWINISMO SOCIAL.
Véase
también: Darwinismo
social.
Adoptado por
los imperialistas, sobre todo en Inglaterra, para excusar sus actuaciones. Tras
conocer las teorías de Darwin sobre la evolución de las
especies por selección natural, sostenían que, al igual que las distintas
especies o razas, las sociedades más avanzadas tenían derecho a imponerse y a
seguir creciendo aunque fuera a costa de las más inferiores o retrasadas.
CIENTÍFICAS.
Existía un
fuerte interés por descubrir y analizar nuevas especies de animales y plantas,
conocer nuevos territorios y realizar investigaciones de todo tipo. Esto hace
que muchos científicos deseen progresar, lanzándose a la aventura consiguiendo
a cambio grandes avances en campos como la biología y la botánica.
TÉCNICO-POLÍTICAS.
Algunos
políticos quieren hacer olvidar rápidamente sus derrotas consiguiendo nuevos
territorios. La navegación también fue un factor importante ya que los barcos de vapor, ahora capaces de llegar mucho más
lejos, necesitan disponer de puntos costeros por todo el mundo para poder
reponer las existencias de carbón, por lo que cuando el establecimiento de
estos pasó a manos del estado, en lugar de limitarse a dicho punto, este
intentó controlar cada vez más territorio. Allí donde se tenga un predominio
político se tendrá el predominio de los productos, un predominio económico.
MILITARES Y GEOESTRATÉGICAS.
El periodo
entre 1871 y 1914 fue de paz entre las principales potencias europeas, la
denominada Bella Época (Belle Époque). La disponibilidad de un creciente
potencial demográfico para el alistamiento se puede emplear en territorios extra
europeos, siguiendo o precediendo a la expansión colonial económica de las
empresas y a la emigración.
Las
razones geoestratégicas eran resultado de la competencia
por el dominio de rutas navales (escalas necesarias para el repostaje de los
buques) y de espacios continentales clave, como la denominada área pivote del Asia Central o el imperio continuo en África (la continuidad territorial entre las
bases navales en mares opuestos).
CONSECUENCIAS.
DEMOGRÁFICAS.
En general,
la población sufrió un incremento al disminuir la mortalidad, por la
introducción de la medicina moderna occidental y mantenerse una alta natalidad.
Ello se tradujo en un desequilibrio entre población y recursos, que aún hoy día
persiste. No obstante, en algunas zonas, la población autóctona sufrió una
drástica reducción (especialmente durante la primera fase del imperialismo),
como consecuencia de la introducción de enfermedades desconocidas (viruela,gripe, etc). En otros lugares, la población indígena fue simplemente
reemplazada por colonos extranjeros
ECONÓMICAS.
La
explotación económica de los territorios adquiridos hizo necesario el
establecimiento de unas mínimas condiciones para su desarrollo. Se crearon
infraestructuras destinados a dar salida a las materias primas y agrícolas que
iban destinadas a la metrópolis. Las colonias se convirtieron en abastecedoras
de lo necesario para el funcionamiento de las industrias metropolitanas,
mientras éstas colocaban sus productos manufacturados en los dominios. La
economía tradicional, basada en una agricultura autosuficiente y de
policultivo, fue sustituida por otra de exportación, en régimen de monocultivo,
que provocó, en gran medida, la desaparición de las formas ancestrales de
producir y la extensión de cultivos
SOCIALES.
Las
consecuencias sociales se manifestaron en la instalación de una burguesía de
comerciantes y funcionarios procedentes de la metrópolis que ocuparon los
niveles altos y medios de la estructura colonial. En algunos casos, se
asimilaron determinados grupos autóctonos dentro de la cúspide social. Se
trataba de las antiguas élites dirigentes y de miembros de determinados cuerpos
del ejército o la función pública colonial. En ambos casos su asimilación fue
acompañada de una profunda occidentalización. Cuando, a raíz del proceso de descolonización,
comienzan a surgir estados a partir de lo que fueron colonias, esos grupos
sociales ocuparán una posición relevante en la administración y el gobierno de
los nuevos países.
POLÍTICAS.
Los territorios
dominados sufrieron un mayor o menor grado de dependencia respecto a la
metrópoli, en función del tipo de organización administrativa que les fue
impuesto. Sin embargo, esta dependencia no estuvo exenta de conflictos, que
fueron el germen de un anti imperialismo protagonizado generalmente por las
clases medias nativas occidentalizadas, que reclamaban la toma en consideración
de las tradiciones autóctonas. Ello se canalizó a través de las premisas del
juego democrático que las metrópolis defendían para sí mismas pero que negaban
a sus colonias: libertad, igualdad, soberanía nacional, etc.
CULTURALES.
El imperialismo
condujo a la pérdida de identidad y de valores tradicionales de las poblaciones
indígenas y a la implantación de las pautas de conducta, educación y mentalidad
de los colonizadores. Asimismo, supuso la adopción de las lenguas de los dominadores
(especialmente el inglés, el francés y el español). Ello arrastró a una fuerte
aculturación. La religión cristiana (católica, anglicana, protestante, etc)
desplazó a los credos preexistentes en muchas zonas de África o bien se fusionó
con esas creencias, conformando doctrinas de carácter sincrético.
ECOLÓGICAS.
La introducción de
nuevas formas de explotación
agrícola e
inéditas especies vegetales y animales provocaron la modificación o destrucción
de los ecosistemas naturales. Así, por ejemplo, el bisonte fue casi exterminado
en las praderas americanas; el conejo se convirtió en una auténtica plaga tras
su introducción en Australia, donde carecía de depredadores naturales; las
grandes selvas tropicales fueron objeto de deforestación causada por la
sobreexplotación maderera y la introducción de los monocultivos de plantación;
los ríos fueron contaminados con residuos procedentes de los sistemas de extracción
de metales preciosos.
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